En todo, amar y servir

Todos los países tienen su folklere. Es, pues, normal y aun deseable que Haití tiene el suyo.

miércoles, abril 16, 2008

Una religión


Una religión

1-Más que una religión

El 4 de abril de 2003, el Presidente Jean Bertrand Aristide firmó un decreto que instituye el vodú como religión a por entera.

El vodú no es una religión solamente. Es al mismo tiempo filosofía y un arte de vida que impregna toda la vida del adherente desde que se levanta en la mañana hasta que se acuesta en la noche, y en todos los momentos importantes de la vida. El vodú marca profundamente la mentalidad haitiana.

Inspira la cultura popular: la danza, la pintura, los ritmos y los cantos populares, los cuentos, los rituales de la vida diaria vinculados por ejemplo a las sementeras, a la cosecha, al nacimiento, a la muerte etc.

Cuando se encuentra en presencia de un fenómeno si complejo y tan importante para la vida de un pueblo, vale la pena tomar el tiempo para intentar entender lo que está en juego, distanciándose del falso conocimiento proporcionado por los prejuicios y los esquemas reductores. Aunque este último planteamiento es más fácil y más asegurando.

En cuanto se llega a superar el límite máximo de los prejuicios para abordar el fenómeno vudú, se descubren mundos de significados. Penetra la historia y la cultura del pueblo haitiano, a la manera en que el cemento contribuye a la existencia de la pared. No se podría emprender ningún cambio significativo de y en de la sociedad haitiana limitándose a pasar a pies adjuntados sobre este fenómeno, como si fuera poco importante.

Está permitido tener valoraciones diferentes, o incluso divergentes sobre las funciones que ejerce el vodú en la sociedad haitiana, pero no es al ignorar un fenómeno que se le impedirá existir y ejercer efectos. Es útil recordar aquí el punto de vista del sociólogo Thomas Merton, un clásico del análisis funcional, para quien un mismo fenómeno social puede a la vez ejercer:

· funciones y disfunciones,
· manifiestos o latentes,
· para todo o solamente una parte de una formación social.

Como esbozo el debate sobre esta cuestión, se puede afirmar que el vodú ejerció ciertamente una función de lugar de recurso e integración social para los esclavos de la isla Santo Domingo (Rep. dominicana y Rep. haitiana). Él ha jugado un papel reconocido por los historiadores en el desencadenamiento de la guerra de independencia. Para pasar del plan sociológico al psicológico, he aquí el testimonio de Jean Léonard, un estudiante haitiano en los EE.UU, en una carta dirigida a su madre en Haití poco después de que había adoptado el vudú: "Lo dije más bien que me sentía solo y enajenado, pero la soledad se reabsorbió desde hace poco. Hace dos meses, no podía ya con ella. Pero ahora, desde que he descubierto los lwases, encontré un poco de paz”. Al contrario, las fuerzas atribuidas al vodú y a sus dignatarios pueden ejercer efectos que enajenan la personalidad, dar lugar a manipulaciones por políticos o dignatarios del vodú, agotar los recursos económicos de los practicantes o de ser la causa conflictos y hechos reprensibles entre miembros de las comunidades haitianas.

2-Dios en el vodú y la pintura haitiana

Hablar de la representación de Dios en el vodú y la pintura haitiana no es una tarea fácil. El vudú, como fenómeno cultural-religioso, es de una complejidad que descalifica de golpe toda explicación simplista y reductora que se habría que intentar aplicar sobre él. La idea que el adepto al vodú se hace de Dios manifiesta esta complejidad, y el observador de vodú, demasiado reductor o demasiado apretado de juzgar, corre el riesgo de ver a Dios allí donde no está o al contrario, de no descubrir allí donde se esconde. Voy a intentar brevemente darles algunas claves que le permiten irse al descubrimiento de Dios a través de la pintura haitiana. Asegúrense: mi intención no es de convertirle a usted, no siendo yo mismo ni practicante, ni creyente del vodú. Sólo soy un observador, pero un observador apasionado de un fenómeno apasionante. Partamos pues, si lo quieren, al descubrimiento de unas facetas de este fenómeno.

3-El adepto del vodú cree en un Dios único y supremo

La sociedad haitiana se constituyó históricamente fusionando diferentes elementos étnicos y culturales que provenían de diferentes regiones de África, en particular de las áreas culturales fon (Dahomey, Benigno el actual) y yoruba (Nigeria). La palabra vodú deriva él mismo del término “vodoun” que significa divinidad en lengua ehvé y fon. Entonces estas mismas religiones africanas son monoteístas, así como lo atestigua Lahennec Hurbon, teólogo y antropólogo haitiano en su obra "Dieu dans le vaudou Haitien" (Dios en el vodú haitiano): La creencia en un Dios supremo estaba ya presente en las religiones africanas y…el adepto del vodú se reclama netamente del monoteísmo".

Este dios único, que el adepto de vodú llama Bondye(Dios Bueno) o a Granmèt(el Gran Amo), es considerado como el Creador de toda cosa, el primer principio del universo. Sin embargo, para el adepto, este dios supremo es concebido como muy alejado del mundo de los seres humanos. Es el creador, pero no es el ordenador ni el regidor de la marcha diaria del mundo. Es respetado, invocado, pero no es objeto de un culto particular. El dios distante y poco familiar, ausente de los asuntos diarios del ser humano, hace sólo raramente el objeto de una iconografía.

Una de las representaciones raras y pictóricas que se conozca de él en la pintura haitiana es un aceite sobre cartón titulado "Le Grand Maître” (El Gran Amo) del pintor y el sacerdote vodú Hector Hyppolite (1894-1948). El Gran Amo es representado bajo los rasgos de un monarca poderoso dotado de tres ojos y dos narices, flanqueado de dos acólitos y tenido entre sus manos una lámpara eterna.

Intenté entreabrirles una de las puertas que daban sobre este mundo misterioso. Les deseo explorarlo a mi manera, haciendo quizá descubrimientos interesantes, sin prejuicio ni proselitismo.